Se dice que la costumbre de cantar durante el ordeño, es propiamente llanera. La magia del proceso está en ese conocimiento y sentimiento que se crea entre el hombre y el animal. El hecho que la vaca aprenda incluso su turno para ser ordeñada, es muestra de mansedumbre y camaradería hombre-animal. Los cantos de ordeño contribuyen a amansar y tranquilizar los animales. En la copla que se canta, va casi siempre el nombre de la vaca, como parte de la estructura de los versos o como aditamento final que el hombre repite dos o tres veces para asegurarse que se acerque la vaca de ese nombre y que el becerrero aproxime el respectivo becerro.
Fue Don Simón Díaz uno de los máximos exponentes de la copla venezolana, del canto al ordeño, del canto al trabajo del campesino y de la faena del llanero. Quise con estas letras rendir un humilde homenaje a su memoria y su legado, fuente inagotable de aprendizaje y de amor por esta bella Patria. (con la colaboración de http://cuentaelabuelo.blogspot.com)
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