¡Tanto
costó convencerme!
¡maldita esta suerte mía!
supe
que no me querías
postrero
a yacer inerme.
Vi tu
sonrisa entre cirios
aun
con mi aliento apagado,
y mi
cuerpo subyugado
entre
maderas y vidrios.
Féretro
negro sin brillo
en el
centro del salón,
tú,
recostada al sillón
finges
llorar ¡Que sencillo!
Mas te vas quedando sola,
lágrimas secas a prisa,
descubres tu cruel sonrisa,
maldices mi última hora.
Empero
el ángel de muerte
ha
borrado tu destino,
y al
recodo de un camino,
hoy
morirás, ¡Negra suerte!
Sigue
fingiendo tu llanto,
hoy me
verás, ¡Quiero verte!
Autor: Manuel Bastidas Mora /Venezuela
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