El mar oscuro
que es tu mirada
amaina el tiempo
cuan mal presagio
y a riesgo
incierto del gris naufragio
encallo sobre tu
piel felpada.
En un instante
no queda nada
salvo tus senos
cual dos roelas,
mientras tus
labios rasgan mis velas,
horada el mástil
tu piel felpada.
Tras los
vaivenes queda diezmada
mi necesaria
supervivencia,
y el somier
cruje por la impaciencia,
cobra mi vida tu
piel felpada.
Ya es la
tormenta mujer amada
y el cuerpo
impele sobre la arena,
tras el
naufragio las aguas drena
el lerdo mástil
tu piel felpada.
Autor: Manuel Bastidas Mora /Venezuela
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